Dr. Juan Pablo Álvarez
¿Te ha pasado que duermes toda la noche y aun así te despiertas cansado, somnoliento y sin energía para afrontar el día? Muchas personas atribuyen este cansancio al estrés laboral o a una mala noche, pero cuando el problema se vuelve crónico es momento de investigar otras causas. Uno de los trastornos más comunes que puede estar detrás de este problema es el síndrome de apnea obstructiva del sueño (SAOS), una condición que interrumpe la respiración mientras dormimos y reduce la calidad del descanso.
El SAOS es más frecuente de lo que parece y puede afectar seriamente la salud a largo plazo si no se trata. Su diagnóstico y tratamiento no solo mejoran el descanso nocturno, sino también la concentración, el estado de ánimo y la salud cardiovascular.

Qué es el síndrome de apnea obstructiva del sueño
El SAOS es un trastorno respiratorio caracterizado por episodios repetidos de colapso parcial o total de la vía aérea superior durante el sueño. Esto provoca pausas en la respiración (apneas) o disminución del flujo de aire (hipopneas), que reducen el nivel de oxígeno en sangre y obligan al cerebro a interrumpir el sueño para reactivar la respiración.
Estas interrupciones pueden ocurrir decenas o incluso cientos de veces por noche, fragmentando el descanso y evitando que la persona alcance las fases profundas y reparadoras del sueño. Como resultado, el afectado se despierta con sensación de cansancio, somnolencia diurna, irritabilidad y dificultad para concentrarse.
Factores de riesgo
El SAOS puede presentarse en cualquier persona, pero es más frecuente en:
- Personas con sobrepeso u obesidad (el exceso de tejido en cuello y garganta estrecha la vía aérea).
- Hombres mayores de 40 años, aunque también afecta a mujeres, especialmente después de la menopausia.
- Personas que roncan habitualmente.
- Pacientes con hipertensión arterial, diabetes tipo 2 o enfermedades cardiovasculares.
- Personas con antecedentes familiares de apnea del sueño.
- Consumidores de alcohol, tabaco o sedantes antes de dormir.
- Individuos con amígdalas o adenoides grandes, o con alteraciones anatómicas que estrechan la vía aérea.
Síntomas más comunes
Los síntomas pueden variar en intensidad, pero algunos de los más característicos son:
- Ronquidos fuertes y frecuentes.
- Pausas en la respiración observadas por la pareja.
- Despertares con sensación de ahogo.
- Dolor de cabeza matutino.
- Somnolencia excesiva durante el día.
- Falta de concentración, pérdida de memoria y bajo rendimiento laboral.
- Irritabilidad, ansiedad o depresión.
- Boca seca o dolor de garganta al despertar.
Reconocer estos signos es fundamental para buscar atención médica y evitar complicaciones a largo plazo.
Consecuencias de no tratar la apnea del sueño
Ignorar el SAOS puede tener consecuencias graves para la salud:
- Problemas cardiovasculares: Aumenta el riesgo de hipertensión, arritmias, infartos y accidentes cerebrovasculares.
- Diabetes tipo 2: La apnea no tratada afecta el metabolismo de la glucosa.
- Deterioro cognitivo: Pérdida de memoria y dificultad para concentrarse.
- Accidentes de tráfico y laborales: La somnolencia diurna eleva el riesgo de accidentes.
- Muerte súbita: Los episodios repetidos de falta de oxígeno pueden desencadenar eventos cardiovasculares fatales.
Por estas razones, el diagnóstico y tratamiento temprano son esenciales.
Diagnóstico
El método más preciso para diagnosticar el SAOS es la polisomnografía, también conocida como “prueba del sueño”. Esta prueba se realiza en un laboratorio de sueño y consiste en monitorizar al paciente mientras duerme para evaluar:
- Movimientos respiratorios.
- Flujo de aire por nariz y boca.
- Niveles de oxígeno en sangre.
- Ritmo cardíaco.
- Fases del sueño.
En algunos casos, se puede utilizar una polisomnografía domiciliaria con equipos portátiles. El resultado determina la severidad del trastorno según el índice de apneas-hipopneas por hora de sueño.
Tratamientos disponibles
El tratamiento del SAOS depende de la gravedad del cuadro y de las características de cada paciente.
Cambios en el estilo de vida
- Bajar de peso si hay sobrepeso u obesidad.
- Dormir de lado para evitar el colapso de la vía aérea.
- Evitar alcohol, tabaco y sedantes antes de dormir.
- Mantener horarios regulares de sueño.
Dispositivos de presión positiva continua (CPAP)
Es el tratamiento estándar para casos moderados y graves. El CPAP es un dispositivo que administra aire a presión a través de una mascarilla, manteniendo abierta la vía aérea durante toda la noche. Mejora de forma inmediata la calidad del sueño y reduce riesgos cardiovasculares.
Dispositivos orales
Para casos leves o moderados, se pueden utilizar férulas de avance mandibular que adelantan la mandíbula y aumentan el espacio de la vía aérea.
Cirugía
En pacientes seleccionados, se puede realizar cirugía para reducir obstrucciones anatómicas (amigdalectomía, uvulopalatofaringoplastia, avance maxilomandibular).
Importancia del tratamiento
Tratar el SAOS no solo mejora el descanso nocturno, sino que tiene un impacto positivo en la salud general:
- Disminuye la presión arterial.
- Mejora la concentración y el rendimiento laboral.
- Reduce el riesgo de accidentes.
- Disminuye la fatiga y mejora el estado de ánimo.
- Protege la salud del corazón y el cerebro.
El síndrome de apnea obstructiva del sueño es una causa frecuente de cansancio crónico y somnolencia diurna que muchas veces pasa desapercibida. Si roncas habitualmente, te despiertas con dolor de cabeza o sientes fatiga constante, es momento de consultar a un especialista en sueño u otorrinolaringología. Con un diagnóstico adecuado y el tratamiento correcto, es posible recuperar el descanso reparador, mejorar la salud general y prevenir complicaciones graves.
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