Dr. Juan Pablo Álvarez
¿Tienes la nariz congestionada todo el tiempo, estornudos frecuentes o una molesta picazón nasal que no desaparece? Es posible que sufras de rinitis, una de las enfermedades más comunes del sistema respiratorio, que afecta a millones de personas en el mundo.
Aunque muchas veces se asocia con alergias, no todas las rinitis son alérgicas. De hecho, existen otros tipos de rinitis que pueden causar síntomas similares, pero con causas y tratamientos diferentes. Por eso, es importante aprender a diferenciarlas y acudir al especialista para recibir el manejo adecuado.

En este artículo te explicamos qué es la rinitis, cuáles son sus tipos, sus síntomas más comunes y qué tratamientos existen para aliviarla.
¿Qué es la rinitis?
La rinitis es la inflamación de la mucosa que recubre el interior de la nariz. Esta inflamación provoca síntomas como:
- Obstrucción o congestión nasal
- Secreción nasal (rinorrea)
- Estornudos repetitivos
- Picazón en la nariz, garganta u ojos
Se estima que hasta un 40% de la población mundial sufre algún tipo de rinitis. En la mayoría de los casos, los síntomas son leves y temporales, pero cuando se vuelven persistentes o intensos, pueden afectar la calidad de vida e incluso el sueño.
La rinitis puede dividirse en dos grandes grupos: rinitis alérgica y rinitis no alérgica.
Rinitis alérgica: cuando el sistema inmune reacciona de más
La rinitis alérgica se produce cuando el sistema inmunológico reacciona de forma exagerada ante sustancias que en realidad son inofensivas, llamadas alérgenos. Entre las más comunes se encuentran:
- Polen
- Ácaros del polvo
- Caspa de animales
- Hongos
- Ciertos alimentos o productos químicos
Cuando una persona alérgica entra en contacto con estos agentes, su cuerpo libera histamina, una sustancia responsable de los síntomas clásicos: congestión, estornudos, secreción acuosa y picazón.
Síntomas de la rinitis alérgica
- Congestión nasal persistente o intermitente
- Picazón nasal, ocular o de garganta
- Estornudos en serie, especialmente por la mañana
- Secreción nasal líquida y transparente
- Ojos llorosos y rojos
- Tos seca o sensación de goteo posterior
Factores desencadenantes
Los síntomas suelen empeorar en determinadas épocas del año (primavera u otoño) cuando hay más polen en el ambiente. En otros casos, los síntomas son perennes, es decir, aparecen todo el año por exposición continua a ácaros, moho o mascotas.
Diagnóstico
El diagnóstico se realiza mediante una evaluación clínica y, en algunos casos, pruebas específicas como:
- Pruebas cutáneas de alergia
- Análisis de sangre para medir IgE específica
Estas pruebas permiten identificar el alérgeno responsable y orientar el tratamiento.
Tratamiento de la rinitis alérgica
El manejo se basa en tres pilares fundamentales:
- Evitar el alérgeno
- Mantener las ventanas cerradas durante temporadas de polinización.
- Usar fundas antiácaros y lavar la ropa de cama con agua caliente.
- Aspirar con filtros HEPA.
- Evitar el contacto con animales si se es alérgico a ellos.
- Tratamiento farmacológico
- Antihistamínicos orales o en spray (loratadina, cetirizina, fexofenadina).
- Corticoides nasales (mometasona, fluticasona) para reducir la inflamación.
- Descongestionantes, de uso limitado y bajo supervisión médica.
- Inmunoterapia (vacunas antialérgicas)
En casos severos o persistentes, la inmunoterapia puede reducir la sensibilidad del cuerpo a los alérgenos, ofreciendo un tratamiento a largo plazo.
Rinitis no alérgica: cuando no hay alergia, pero sí inflamación
A diferencia de la rinitis alérgica, la rinitis no alérgica no está relacionada con una reacción del sistema inmune. En este caso, la mucosa nasal se inflama por otros factores irritantes o fisiológicos.
Causas más comunes
- Cambios bruscos de temperatura o humedad
- Contaminación ambiental o humo del tabaco
- Perfumes o productos químicos fuertes
- Uso excesivo de descongestionantes nasales
- Cambios hormonales (embarazo, menopausia, hipotiroidismo)
- Ciertos medicamentos (antihipertensivos, anticonceptivos, ansiolíticos)
- Estrés o emociones intensas
Síntomas de la rinitis no alérgica
Los síntomas son similares a los de la rinitis alérgica, pero sin picazón ni estornudos intensos. Suelen incluir:
- Congestión nasal constante
- Secreción mucosa espesa
- Sensación de nariz tapada o presión facial
- Tos por goteo nasal posterior
Diagnóstico
El diagnóstico se basa en la exclusión: si las pruebas alérgicas son negativas, el médico puede sospechar una rinitis no alérgica.
A veces se requiere una endoscopia nasal o estudios complementarios para descartar otras causas, como pólipos nasales o desviaciones del tabique.
Tratamiento de la rinitis no alérgica
El tratamiento depende de la causa específica, pero en general incluye:
- Evitar los irritantes ambientales.
- Uso de soluciones salinas nasales para limpiar y humedecer las vías.
- Corticoides tópicos nasales en casos de inflamación persistente.
- Suspender el uso prolongado de descongestionantes, si fuera el caso.
En mujeres embarazadas o personas con cambios hormonales, los síntomas suelen mejorar espontáneamente tras el parto o con el equilibrio endocrino.
Cuándo acudir al especialista
Se recomienda consultar con un otorrinolaringólogo o alergólogo si:
- Los síntomas duran más de 10-15 días sin mejora.
- Hay dificultad para respirar o dormir por la congestión.
- Se presentan sangrados nasales frecuentes.
- Los tratamientos de venta libre no funcionan.
- Los síntomas afectan la calidad de vida o el rendimiento laboral.
Un diagnóstico adecuado permite determinar el tipo de rinitis y aplicar el tratamiento correcto, evitando complicaciones como sinusitis crónica, otitis o alteraciones del sueño.
Consejos para aliviar los síntomas en casa
- Mantén la casa limpia y libre de polvo.
- Usa humidificadores si el ambiente es seco.
- Lava las fosas nasales con suero fisiológico.
- Evita fumar y exponerte a irritantes.
- Bebe suficiente agua para mantener la mucosa hidratada.
- Controla el estrés, que puede empeorar los síntomas nasales.
La rinitis, ya sea alérgica o no alérgica, es una afección muy frecuente que puede pasar desapercibida hasta que se vuelve molesta o persistente. Aprender a identificar sus causas y diferencias es clave para recibir un tratamiento adecuado y recuperar la calidad de vida.
Si tus síntomas no mejoran o se repiten con frecuencia, consulta con un especialista en Otorrinolaringología. Un diagnóstico preciso y un plan de manejo personalizado harán la diferencia entre convivir con el problema o resolverlo definitivamente.
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